Livin' La Vida Aurea

29 octubre 2013

A los 26 Pt. III







A la mañana siguiente, 7:30 am para ser más precisos, me llamaron del hospital, porque algo había salido en mis exámenes de sangre y querían asegurarse que todo estuviera bien. Con mis grandiosas muletas que me habían dado la noche anterior caminé al hospital para mi cita con el fisiólogo. 

Llegando me dijeron que había una posibilidad del 80% de que tuviera un coágulo en la pierna. Ni ruptura, ni esguince, ni espolón. Aún peor, una trombosis. Lo primero que pensé fue "eso no es posible, eso solo le pasa a las viejitas". Lo segundo que pensé fue en mi ginecóloga preguntándome si había historial de trombosis en mi familia antes de mandarme mi receta para las pastillas anticonceptivas y yo respondiendo "no". Lo tercero que me vino a la cabeza fue un vago recuerdo de mi abuela materna sufriendo de trombosis hace casi tres años. Lo último fue "en la madre!". 

Mientras yo entraba en shock me pidieron me quitará los pantalones y calcetines y me sentará en la cama de exploración. El practicante de Fisiología me explicó me iban a hacer un ultrasonido, buscando cualquier tipo de anomalía en mi pierna. Y aquí es donde comenzaron los 40 minutos más incómodos en los últimos años. El practicante de alrededor 28 años de edad me pidió que abriera las piernas lo más que pudiera mientras él se ponía unos guantes de latex y sacaba una botella de lubricante de su gabinete. Ya sé... Después levanto la camilla de tal forma que mi pelvis terminó a 20 cms de su cara, con mi pierna derecha sobre su regazo. Me moría de ganas de decirle "pues aunque sea invitame  una cenita antes, no?" pero me aguante. En ese momento no sabía si reír o llorar. El doc después prosiguió a lentamente apretar mi muslo y seductivamente acariciar mi pantorrilla con el micrófono del ultrasonido mientras "My Heart Will Go On" de Celine Dion se escuchaba en el fondo y la enfermera nos bañaba con pétalos de rosas frescas. (Ok, tal vez esa última parte no sucedió exactamente de esa manera.)

Después de cinco minutos de apretujones y caricias y el doc grito "yes!" y algo me dijo que no era una buena señal. Inmediatamente, rojo como un jitomate, el doctor me pidió disculpas y me explico que era el primer coágulo que él solo encontraba desde que comenzó su práctica hace 5 meses. Con una débil sonrisa le dije "ah, que gusto ser tu primera vez" y él de nuevo se disculpó. También me dijo que por lo general una exploración de ese tipo se puede tardar hasta 3 horas, así que tuvimos "suerte" en encontrar el daño tan rápido. Después me siguió apretujando buscando si había más daño, pero no se encontró nada. Fiuu... 

Me mandaron directo a Urgencias a que me pusieran una inyección de Dalteparin, un anticoágulante. Mientras esperaba a que me inyectarán se me cayó el peso del mundo encima, y ahí en la sala de Urgencia sin servicio en el teléfono, se me salieron las lágrimas de cocodrilo. 

Continuará...

Aurea. 

21 octubre 2013

A Los 26 Pt.II





                                                                      Convaleciente


Cuando era niña sufría mucho con mis dolores en las piernas en la noche. Mi abuelita me daba "friegas" de alcohol y por lo general se me quitaban. Mi papá me decía que doblara mis piernas y durmiera en ellas para que se me quitará. Mi mamá me sobaba hasta que me quedaba dormida. 

Al llegar a la pubertad los dolores me tiraban. Llegaba a la casa y me acostaba en el sillón y ya no me podía parar. Entonces lo que me funcionaba era el paracetamol. Gracias a Dios, una vez que deje de crecer, los dolores pararon. Y yo dejé de crecer bastante temprano jaja. Así que cuando sentí ese mismo dolor hace dos semanas me dio un poco de risa y lo ignoré. 

Seguí mi semana como siempre, fuí a la escuela, al gimnasio, al trabajo, me puse una de esas borracheras acompañada de una de sus crudas que no le deseo a nadie y me fui de crucero con el novio a Tallin. El jueves me había aventado uno de esos entrenamientos super intensos que me dejo muerta y traía de ese dolor post en las piernas. Andaba quejandome, pero una vez que empezaba a caminar se me quitaba el dolor. En Tallin nos la pasamos caminando, y en una de esas en la calles empedradas se me dobló el pie pero como sin nada. Al siguiente día que estabamos de regreso en Estocolmo, yo no soportaba el dolor en mi pierna. 

Llegue a mi casa a acostarme, a ver peliculas y tomar té. Mi pie no estaba inchado ni nada, solo me dolia mucho y no podía caminar. Mi roomate me ayudó a comprar paracetamol y voltaren. Yo estaba segura que me había roto algo del dolor tan insoportable que tenía. Bueno, lo que en años no había hecho, me puse a llorar del dolor. 

Me negaba a ir al doctor. Hace dos meses me disloque el hombro, fuí a Urgencias y después de 4 horas me mandaron directo a mi casita a tomar paracetamol y esperar a que me hablará el especialista. Para eso pague 400 coronas y la cita con el especialista es en una semana por lo cual va a ser más dinero. No quería ir a que me dijeran otra vez lo mismo y pagar lo mismo. Para el lunes a medio día ya estaba en tal agonía que no me quedo de otra que ir al doctor. De nuevo note que  a los 10 minutos de andar caminando se me quitaba el dolor. 

Al llegar a Urgencias les dije a las enfermeras que yo sentía me había roto algo así que me mandarón con el ortopedista. A las dos horas me vio el doctor y se quedó un poco confundido, así que me dijo que iba a hablarle a su colega para una segunda opinion. Un técnico llegó a tomarme pruebas de sangre sin decirme nada y después me toco ver al médico y su colega y llegarón a la conclusión de que tenía un espolón. 

Continuará...

Aurea. 

17 octubre 2013

A los 26...

                                                     
                                                                   Aurea circa 1988

Hace un par de semanas cumplí 26 años. Meses antes me entró un poco de angustia por cumplirlos. Al cumplir 26 solo me íba a encontrar a 4 años de los 30. Qué el lo que hecho con mi vida? Ha validó la pena todo? Ya se me pasó la edad para hacer esto y lo otro? Esas preguntas y más pasaban por mi cabeza. Simplemente me dio miedo volverme vieja. 

Eso del reloj biológico es algo muy chistoso, porque no importa es que tiempos, ni en que cultura estemos viviendo la llamada maternal nos va a llegar. Seguramente, a todas nos llega a edades diferentes, o algunas simplemente nunca les llega la llamada. A mí no me ha llegado, pero me da miedo que me llegue. Y así empezó una crisis de cuarto de vida que no me dejaba ni dormir. 

Me dí cuenta de que habían pasado 10 años desde que conocí a Jesper. Seis años desde que me vine a vivir a Suecia. Me pusé a comparar mi vida con la de el resto de mi generación. Algunos ya casados, algunos con hijos, algunos con los dos. La gran mayoría se graduaron hace un par de años de la universidad y estan ejerciendo. Yo ni a la mitad de la carrera voy, no hay planes de boda ni de hijos en el futuro cercano.

Mis pensamientos se calmaron un poco cuando comencé a salir con alguien a principios de Junio y un torbellino de emociones, que ya eran desconocidas para mí, me tomaron por sorpresa. A casi 3 años de soltería había conocido a algunos chicos, con algunos había durado y con otros no, pero ninguno me había hecho sentir "esa" sensación en el estómago. Todo a fluído bien, con alguno u otro tope que uno se puede encontrar cuando esta conociendo a alguien. 

La escuela me empezó a dar un poco de dolor de cabeza. Empecé a dudar si en realidad quería ser periodista, ya qué al entrar a la carrera yo tenía una idea en mi cabeza de que era más narrativa que otra cosa, pero me dí cuenta de que narrativa es lo menos. También me dí cuenta que la gran mayoría entra a la carrera de periodismo con un sueño y termina haciendo otra cosa, que la situación laboral no es la más fácil y que los periodistas no son muy apreciados. Lamentablemente, es muy común que los periositas sean amedentrados, amenazados, insultados y pocas veces reconocidos. 

Económicamente he estado esforzandome un poco más de lo común, ya que entre libros, rentas, depositos y enfermedades mi cuenta de ahorros se vació y por los últimos meses me ha tocado vivir el día al día. Lo cuál entiendo es parte de la vida. Es un tope y con esfuerzos bien hechos pronto me levantaré de nuevo. 

Fisicamente, había tenido uno que otro resbalón, resfriado por aquí y por acá pero me sentía muy bien, muy fuerte. Empecé a entrenar con pesas y tengo 4 meses de pescatariana, es decir que dejé la carne de res, puerco y pollo. Bajé de peso, me empecé a poner en forma y probablemnte es lo mejor que me he sentido e visto en los 6 años que llevó en Suecia. 

Como sea, me estaba sintiendo miserable porque íba a cumplir 26 años. Pero todo se me pusó en perspectiva hace unos días. 

Continuará...

Aurea.